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Voy por la vereda caminando, voy a una plaza a jugar con mi hijo o estoy esperando el colectivo y otra persona exhala el humo al aire, el cual después voy a respirar. Muchas situaciones como éstas son moneda corriente todos los días en muchos lugares, la idea es que se puedan crear espacios comunes para la gente que desee fumar y que puedan realizar esta actividad en un espacio donde el humo no afecte a las personas que no son fumadoras y conjuntamente crear un cesto donde puedan depositar principalmente las colillas de cigarrillos u otros deshechos. Buscando en Internet se puede encontrar material sobre la dimensión de los daños que provoca el cigarrillo no sólo en la salud de las personas sino también en el medio ambiente contribuyendo a contaminar los suelos, el aire y el agua. Para darnos una idea de cómo está perjudicándonos a todos los deshechos de los cigarrillos basta con salir a la calle y ver la vereda, luego cuenten cuántas colillas de cigarrillo encuentran, para poder darnos una idea de lo grande que es la ciudad de Buenos Aires y como se propagan estos deshechos. Lo que no podemos ver es el humo que se disipa en el aire el cual se convierte en pequeñas partes que con ayuda del viento recorren miles de kilómetros y día a día lo respiramos conjuntamente con otras sustancias nocivas para nuestra salud. En la ciudad cada día se ven menos árboles los cuales contribuyen a limpiar el aire para que podamos vivir, si a esto le sumamos todos los contaminantes que se generan por autos, fábricas u otros medios de contaminación, acá es cuando entra en juego la calidad de vida de las personas que somos responsables de generar esto. Así como todos somos responsables también podríamos contribuir para mejorar la situación actual.